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A 5 años seguimos esperando una disculpa.

  

 

  
  • Carta de Mirtha Luz Pérez madre de Nadia Vera
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Cuando un criminal le arrebata arteramente, con alevosìa y ventaja la vida a un activista, a un periodista, a un o una joven que se dedica al arte, a hacer el bien, a personas buenas que construyen día a día con trabajo y amor el mundo, NO EXISTE YA LA POSIBILIDAD DE JUSTICIA para esa persona, para esa familia, porque habrán de saber que detrás de cada persona desaparecida o asesinada, hay una familia que le ama y que sufre su ausencia.

  

Nadia Vera y Rubén Espinosa, eran personas de bien que deseaban un país mejor y actuaban en consecuencia: Se preocupaban por sus semejantes y se ocupaban de denunciar cualquier injusticia que ocurría en su entorno. Así denunciaron lo que empezaba a ocurrir en Veracruz: la invasión de las bandas criminales relacionadas con los cárteles y la omisión y/o la colusión de las autoridades. Ello, ocasionó la persecusión de su persona por parte de la Policía y en ese sentido, se vieron obligados a desplazarse de Xalapa. Ese hecho, (sin investigación aún) por lógica elemental, es ya directamente responsable de que emigraran a la CDMX; llegaron, huyendo de la amenazas del exgobernador de Veracruz de cuyo nombre no quiero acordarme, a la ciudad de México, creyendo en la falsa premisa de una ciudad segura que Miguel Ángel Mancera, alardeaba.

  

Sabemos que quienes ahora representan al Estado , han tenido la voluntad de ofrecer disculpas, porque los que no hicieron bien su trabajo, se han ido; los de la administración pasada: Rodolfo Ríos Garza, Marco Reyes, bajo el mando del omiso Miguel Ángel Mancera, son los que nunca estuvieron dispuestos a aceptar los errores que cometieron, y me atrevo a afirmar ahora, con premeditación, alevosía y ventaja, porque enturbiaron la investigación, modificaron la escena del crimen, protegieron a los culpables, descuidaron la cadena de custodia, escondieron el arma homicida, ocultaron las pertenencias, denostaron a las víctimas cuasi justificando los asesinatos, filtraron el expediente a los medios y dieron información tendenciosa.

  

Nosotros somos cinco familias dispersas en variado territorio nacional, incluso una familia es de otro país. Cinco familias que hemos recibido malos tratos por parte de los empleados de la administración pasada, desde el policía de la entrada hasta el procurador, pasando por los ministerios públicos. Fueron las solidarias acciones de la sociedad civil nacional e internacional, de los y las activistas, de los y las periodistas, las que hicieron visibles los atroces crímenes de cinco personas en un departamento de la calle Luz Saviñon de la Colonia Narvarte en la CDMX. Sin esas acciones, quizá nada se hubiera sabido, porque no tenemos detrás de nosotros una comunidad estudiantil, universitaria, una comunidad urbana o rural cohesionada a la que pertenezcamos. Por ello hoy damos gracias a todas las personas del país y del extranjero que se pronunciaron por la condena de estos crímenes. Agradecemos también a los abogados que con su trabajo, mantienen el caso abierto, para exigir una investigación científica y veraz que no han querido hacer los que se han ostentado como autoridades. Por todos los que he mencionado seguimos aquí, esperando las disculpas de las nuevas autoridades, de quienes esperamos un mejor trato y un mejor desempeño en su trabajo. Porque no basta una disculpa, exigimos lo que es nuestro derecho:

  

EL DERECHO A LA VERDAD, EL ACCESO A LA JUSTICIA, EL COMBATE A LA IMPUNIDAD, EL RESPETO A LA MEMORIA.

  

 

  

NO PERDONAMOS, NO OLVIDAMOS

  

JULIO 2020

  

Mirtha Luz Pérez Robledo, la madre, la mujer, la ciudadana.

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