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Periodistas y humanos: Daniela Pastrana

En los últimos años, los periodistas mexicanos asistimos a la destrucción de un país con vocación alegre y solidaria, que ha sido reducido a un país que cada día tiene menos motivos para la esperanza. Un país donde el valor de la vida es inexistente, donde el cáncer de la corrupción se extiende y la impunidad es la máquina del derrumbe.

Muchos periodistas hemos sido testigos de esta tragedia. La rastreamos, la documentamos y la contamos de distintas maneras. Pero, como los locos del pueblo, lo hemos hecho solos, a veces acompañados de colegas de medios internacionales, de activistas, luchadores sociales y, sobre todo, de las víctimas, que nos han mostrado, una y otra vez, una fortaleza y una generosidad a prueba de todo.

Frente a una sociedad que cada día se anestesia para no ver ni sentir el dolor. Frente a un Estado criminal; a una élite político-empresarial cínica y corrompida, y a los grandes medios de comunicación arrodillados ante el poder, decenas de periodistas hemos aprendido –no con poco esfuerzo- a acompañarnos unos a otros, tejer redes, a crear nuestras propias plataformas, a caminar en equipo, sin jefes, sin medios, burlando obstáculos, buscando recovecos en las redes sociales y grietas en algunas redacciones.

Hemos aprendido a ser más creativos. Más austeros. Más colaborativos. Más generosos. Más críticos. Más éticos. Más precisos. A dejar un trabajo seguro a cambio de conservar nuestra capacidad crítica. A convivir con el dolor y con el miedo. A llorar. A asimilar las pérdidas: el señor que encaró al presidente y que mataron a unas cuadras del palacio de gobierno; el otro que nos llevó a ver las fosas y que mataron adentro de su taxi; la mujer que entrevistamos en la caravana; la aguerrida activista que nos contó de la corrupción del gobernador; la amiga de muchas batallas que ahora está desplazada; el hermano que ya tampoco está.

Este proceso ha implicado retos que parecían imposibles. También nos ha dejado enormes aprendizajes. Uno de ellos, quizá el más importante, ha sido quitarnos el lastre de las enseñanza del periodismo en las escuelas de comunicación, donde nos enseñan que los periodistas tenemos que ser “objetivos”, a contar los hechos como si fuéramos ajenos a los problemas, como si fuéramos una especie de “no humanos”. Pero los periodistas - bien lo dijo Javier Bauluz, el fundador de periodismohumano.com - somos, ante todo, humanos.

Así, a contracorriente de una escuela de periodismo que nos redujo a una suerte de notarios que dan fe de lo que dicen los poderosos, que los legitima, que acepta que los medios – a diferen- cia de los periodistas– pueden tener una línea editorial que no sólo s subjetiva sino que, además, muchas veces es motivada por intereses comerciales muy lejanos al interés público de la información, los periodistas de a pie hemos aprendido a desandar lo que nos dijeron y a empezar un camino nuevo.

Aprendimos que no se puede ser neutral ante la guerra ni ante el dolor humano. Aprendimos a escuchar a las víctimas y a trabajar lado a lado con organizaciones y academia, para formar equipos multidisciplinarios. A cambiar las narrativas. A conocer términos que no conocíamos. A no revictimizar. A aportar procesos de reconstrucción, memoria, resiliencia.

Aprendimos también que poner todo el corazón en lo que hacemos no es suficiente. Que tenemos que ser muy responsables y muy rigurosos para documentar. Investigar mucho. Verificar. Que necesitamos un periodismo útil, que aporte soluciones, que de motivo para la esperanza, que no solo reproduzca discurso de odio ni esquemas de polarización.

Aprendimos, sobre todo, a escuchar. Y a escucharnos. A seguir intuiciones. A reconocer nuestros límites. A aceptar que no tenemos todas las respuestas.

La Red de Periodistas de a Pie ha sido casa y fogata de muchos reporteros y fotógrafos. Durante 10 años, contra vientos y mareas, ha impulsado el trabajo colaborativo, el acompañamiento, las tutorías, la profesionalización y la suma de esfuerzos. Ha sido un puerto de llegada para decenas de periodistas que, en la soledad, seguimos las huellas de la destrucción. Y una y otra vez nos ha dado motivos para no claudicar, para seguir trabajando y documentando esta época oscura de la historia de México.

La Red PdP es un colectivo amplio y diverso de periodistas que trabaja en el fortalecimiento de periodistas en todo el país, con capacitación, organización y el impulso a plataformas de periodismo independiente, primero con En el Camino (www.enelcamino.piedepagina.mx), un sitio dedicado a reportajes sobre migración, y ahora con Pie de Página (www.piedepagina. mx), un portal que se diseñó como un refugio periodístico para publicar las historias que no podemos publicar en otros medios, que ha apostado por el trabajo de periodistas jóvenes y de muchas regiones del país. Y que, en dos años de existir, ha demostrado que se puede hacer periodismo profesional desde otra trinchera, con otro lenguaje, con otra mirada.

Porque ese es nuestro reto: hacer, cada día, un mejor periodismo, más profesional, más ético, más responsable, más útil, más humano.

Muchas gracias a todos los que han depositado su confianza en el trabajo de la Red de Periodistas de a Pie.

Colaboración de Periodistas de A pie a la Agenda Frayba 2018: Entre la Ausencia y la Palabra.